Y entonces ví como todo se
oscureció para darles libre paso a las llamas, las cuales no eran rojas ni
naranjas, eran de un gris muerto, opaco, y venían por mí. No pude escuchar nada
más que mis pensamientos, sentí como mi piel se incineraba, se cuarteaba, y
burbujas negras comenzaron a brotar convirtiéndose en llagas putrefactas; no
tenía voz, no podía pedir ayuda, solo pude retorcerme hundida en mi agonía. Casi
podía sentir como mis huesos se fundían con mi carne, podía ver mi sangre
evaporarse y mezclarse con el aire.
No sé por qué no moría, tampoco
porque seguía consciente de todo lo que estaba pasando. Mi audición regreso con
un único estallido, comencé a escuchar desgarradores gritos por todas partes,
desesperados de lamentaciones y de pronto me di cuenta que no estaba realmente agonizando
en llamas grises; agonizaba en almas, almas atormentadas, mi pecho se hundió,
el estallido fue producido por mis pulmones, mis costillas se rompieron y
comencé a caer, y caer... Comencé a ver
las almas cada vez más y más lejos, entonces escuche como gritaban
"pecadora". Mis pies y mis manos comenzaron a convertirse en cenizas
que se ligaban con el aire mientras caía. Me convertí en uno con el eterno
vacío, hasta que caí en una montaña de plumas blancas, respire hondo y sentí
como una paz fuera de este imperfecto mundo me acunaba, y entonces lo entendí,
han limpiado mi ser de pecados, es momento de renacer. Entonces... Me desmayé.