domingo, 27 de marzo de 2016

El Inoportuno ( Primera Parte )


Aquella tarde de domingo hacía un calor infernal (39 o 40 grados centígrados) y como un comportamiento bastante atípico en mí persona, se me ocurrió ir a visitarla, quizás solo para saludarla, casi siempre ella está ocupada y no es mi intención importunarla para nada. Su madre me saludo al llegar, la intento llamar, pero por estar con los auriculares puestos y a todo volumen, ella no alcanzo a escuchar, camine sin compañía de nadie hasta llegar a la cocina ya que su madre estaba ocupada colocando en la sala unas cortinas, ahí fue cuando la vi, llevaba puesto un pijama azul celeste de 2 piezas que se le veía precioso en unión con su largo cabello desprolijo, mientras cocinaba también escucha música y muy alegre se notaba, ella no sabía de mi presencia, por esa razón naturalmente bella se comportaba, jugaba con los condimentos, un cucharón y el pescado que a la plancha asaba.


Influenciada quizás por el éxtasis que en ocasiones puede producir la música, ella comenzó a bailar, aumentando paulatinamente su nivel de sensualidad; a través de sus auriculares se escuchaba un ritmo de reggae y una voz femenina cantar “But there's a side to you, that I never knew, never knew, all the things you'd say they were never true, never true, and the games you'd play, you would always win, always win …” toda su anatomía oscilaba con cierto ritmo de lado a lado, mientras que yo aún continuaba parado, al lado de unos elegantes gabinetes que están en su cocina, observando totalmente encantado aquella muestra de espontaneidad tan repentina. De pronto ella volteo, se percató de que yo llevaba rato viéndola, automáticamente se sonrojó, bajo la mirada y claro, conmigo se molestó.



Creo que debí haberme anunciado de alguna forma, aunque de haberlo hecho me hubiera perdido de aquel acto fortuito que hoy tiernamente atesoro, protagonizado por una ella, a la cual naturalmente adoro. 


Breymer Maza

lunes, 14 de marzo de 2016

Analógico En Un Mundo Digital


Me estoy volviendo viejo, o eso es lo que pienso mientras miro las manecillas del reloj girar sin detenerse, la tecnología avanza como el tiempo y sin embargo no logro adaptarme, hace como un mes que compre un  teléfono móvil y no sé cómo usarlo, sigo siendo de los que es más fidedigno a usar el correo, el papel deja mejor impreso un te quiero que lo que lo hace un mensaje de texto adjunto a una imitación de emoción como si la hubiese dibujado un niño de primaria (emoticón). Las cosas tecnológicas absorben la vida de la gente, hay quienes dependen de eso, que viven de ello, claro está, es un trabajo como cualquiera, pero vende adicciones en un establecimiento grande con aire  acondicionado como lo haría un traficante de cocaína en una esquina a la media noche, y cada vez las dosis se vuelven más y más caras y adictivas y con efectos secundarios más amplios; se está perdido el contacto físico y se ha vuelto ya un encuentro virtual, a no ser que sea por sexo, ya el verse las caras se volverá innecesario y quien quita en un futuro no muy lejano logren inventar un método de mandar el semen por correo electrónico y el parto o cesárea se a través de códigos binarios.

Le implantamos memoria a nuestros aparatos electrónicos y no nos damos cuenta de que estamos perdiendo la nuestra, la memoria de que somos humanos y necesitamos conectar nuestras emociones de frente (interpersonalmente) y no a través de un mundo virtual; el vinyl sonaba más humano que un sonido dolby estéreo digital dos punto no sé qué cosa que pueda generar una máquina, los que pensamos así quedamos obsoletos en un mundo que avanza demasiado deprisa y solo quedan dos cosas, adaptarnos o esperar a ser desechados y el recicle no es una opción, tampoco el repotenciar un artefacto viejo con piezas modernas lo es , seguro que puedo llegar a ser una burla en este tiempo y si, leí la carretera maldita de Stephen King, se cómo termina.

En fin relato este anticuado y polvoriento pensamiento en una hoja de papel y lápiz de grafito, aunque el papel es caro y están muriendo muchos árboles para que este mensaje llegue a mucha gente, mi editor y gran querido amigo (Breymer Maza) me aconseja que me trague mi orgullo y lo suba a Internet para que mucha gente lo lea y lo comparta, quizás la mejor forma de hacer despertar a la gente es dormirme con ellos en un sueño de megas y gigabytes, mientras lo pienso sigo mirando las manecillas de mi reloj y me doy cuenta que soy como el... un hombre analógico en un mundo cada vez más digital.

Creo que me conectare y despareceré en esta amplia telaraña globalizadora que siempre ha sido Internet en 3, 2, 1,...  


Reynaldo Zarraga


sábado, 12 de marzo de 2016

Un Estudiante


Es indescriptible esa sensación de culpa que se sobreviene cuando al intentarlo fracasas. El estudiar 3 o 4 horas diarias, durante semanas, con la única finalidad de aprobar un dichoso examen, para que llegado el momento del examen, te pongas  nervioso sin ningún motivo y se te olvide todo lo antes aprendido. Es cuesta arriba reponerse cuando das por perdido todo tu esfuerzo; sin ganas de nada, el intentar buscar respuestas en el fondo de una botella, casi siempre es la primera idea insana que pasa por mi mente en aquellas situaciones, que por lo general se superan en función de un corto periodo de tiempo; a modo jocoso en el ambiente universitario, esto es algo totalmente relativo, ya que la materia no se crea ni destruye, simplemente se vuelve a cursar el próximo semestre. Haciendo uso de innecesarios eufemismos, podría intentar justificar, el motivo por el cual hoy estoy reprobando una materia; me encanta la física, pero el profesor que la explicaba en bachillareto, era una mierda en todo el sentido de la palabra.

Tiempo, es algo que no todos tenemos, en su mayoría no porque ocupados estemos, sino que lo invertimos en lo que no debemos. “Si estudias ingeniería, no deberías malgastar tu tiempo en escribir, si tanto te gusta hacerlo, vete a estudiar cualquier otra cosa, por ejemplo filosofía” varias personas me han dicho esto, basados en que, aun no lo sé, quizás porque su frustración los llevó a dejar de hacer lo que querían solo por estudiar ingeniería. La pasión y la vocación no siempre son tan entrañables como algunos desertores tras abandonar la luchan describen, a veces abandonar paulatinamente lo que con pasión se hacía, no implica más que dejar de hacer lo que te hacia feliz; es algo así como dejar de soñar, porque ahora eres adulto y los adultos no deben soñar tal cual lo hace un niño. Poco a poco vas perdiendo una parte de ti, aunque totalmente innecesario para mí, según dicen debe ser así; estudiantes de mentes cuadras, no ven más allá de su libro texto, ese matemáticamente correcto, son los que alimentan, quizás no a sabiendas, aquel estereotipo de que los ingenieros son asociales, borrachos, y un tanto pervertidos; que quede claro, el estudiante de ingeniera, no debería ser menos que esto, incomprendidos, raros y no tan pervertidamente modestos.


Quiero aprovechar esta oportunidad que me brindo yo mismo, para saludar indirectamente a uno de los tantos profesores malpagados, tristes divorciados, cuya función radica más en autoproclamarse eruditos (aun sin serlo) que impartir conocimiento; no todos son así, afortunadamente existen educadores que no imparten sus cátedras por obligación, sino por filosofía, alegando que las mentes brillantes del hoy, enseñan a las mentes brillantes 
del mañana. 



Breymer Maza


jueves, 3 de marzo de 2016

Eventualmente Escribo

Son largas las horas sentado frente a la pantalla encontrándome encarecidamente con la página en blanco, “para el que no lleva la carga piensa que no pesa” reza un viejo refrán; el que cree que escribir es fácil es porque no se arriesga a hacerlo o si quiera a intentarlo; si así todos lo hiciera, todo el mundo encontraría simplicidad en plasmar un pensamiento en el papel , así tal cual como el martillo inmortaliza la figura en el mármol, el pincel en el bastidor o la melodía en el corazón de quien la escucha atentamente. Eventualmente escribo, porque no son solo líneas puestas al azar, no quiero caer en la monotonía del escritor que ya no escribe, ese moribundo careciente de vida inspiradora. Todo tiene su final canta el ya fallecido sonero de la salsa Héctor Lavoe, pero cuando, eso lo decidimos nosotros, allí afuera hay millones de puertas en las que tocar, cada una un universo de ideas, desde que es para mí el respirar hasta como decirle a esa chica que la amo, y cada idea una posibilidad de tocar un alma hasta marcarla o solo dejar una leve huella, superficial, pero esta hay.



Eventualmente escribo porque el tiempo me consume, habitante de una sociedad ajetreada, el tiempo pasa centellante entre la vida de las personas, no hay tiempo de sentarme a escudriñar en mi mente como un chiquillo en busca de sus juguetes en una caja; ni aunque mi alimento dependiera de ello, debo ser veloz al compás del tiempo, desayunar, trabajar, socializar, esparcirme, amar, odiar, pensar, analizar, escribir y dormir, 24 horas para hacer muchas actividades y la vida es demasiado corta e impredecible, digna de ser narrada, son muchos los obstáculos y pocos los motivos, pero eventualmente escribo.

Reynaldo Zarraga

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