Aquella tarde de domingo hacía un calor infernal (39 o 40 grados centígrados) y como un comportamiento bastante atípico en mí persona, se me ocurrió ir a visitarla, quizás solo para saludarla, casi siempre ella está ocupada y no es mi intención importunarla para nada. Su madre me saludo al llegar, la intento llamar, pero por estar con los auriculares puestos y a todo volumen, ella no alcanzo a escuchar, camine sin compañía de nadie hasta llegar a la cocina ya que su madre estaba ocupada colocando en la sala unas cortinas, ahí fue cuando la vi, llevaba puesto un pijama azul celeste de 2 piezas que se le veía precioso en unión con su largo cabello desprolijo, mientras cocinaba también escucha música y muy alegre se notaba, ella no sabía de mi presencia, por esa razón naturalmente bella se comportaba, jugaba con los condimentos, un cucharón y el pescado que a la plancha asaba.
Influenciada quizás por el éxtasis que en ocasiones puede producir la música, ella comenzó a
bailar, aumentando paulatinamente su nivel de sensualidad; a través de sus
auriculares se escuchaba un ritmo de reggae y una voz femenina cantar “But
there's a side to you, that I never knew, never knew, all the things you'd say
they were never true, never true, and the games you'd play, you would always
win, always win …” toda su anatomía oscilaba con cierto ritmo de lado a lado,
mientras que yo aún continuaba parado, al lado de unos elegantes gabinetes que están en
su cocina, observando totalmente encantado aquella muestra de espontaneidad tan repentina. De
pronto ella volteo, se percató de que yo llevaba rato viéndola, automáticamente se
sonrojó, bajo la mirada y claro, conmigo se molestó.
Creo
que debí haberme anunciado de alguna forma, aunque de haberlo hecho me hubiera
perdido de aquel acto fortuito que hoy tiernamente atesoro, protagonizado por
una ella, a la cual naturalmente adoro.
Breymer Maza