“El
hecho de escribir no implica hacerlo bien”, cada quién desata sus maniatadas
ideas como le plazca, el músico hace vibrar el aire con su tonada y el escultor
desata violencia contra el mármol, dando paso a la belleza subjetiva; con el
escritor pasa algo muy similar, revolotea en su mente un torbellino de ideas, o
al menos eso dicen aquellos con el nivel de autocrítica un poco tocando el
piso, lo confirman unos pseudo-escritores que…eventualmente escriben. No hay porque
ser muy duros con todos, hay quienes
desarrollan toda una trama novelesca fácilmente catalogada de “Opus Magnus”, y
no porque aquí se encuentre el mal llamado escritor de la no-nata “Enamorado De
Una Mentira” voy a dejar de ser crítico compulsivo; son verdaderas obras de
arte, escritura limpia, trama impecable, personajes atractivos, descripción
detallista, mis felicitaciones al cocinero; otros tantos crean cosas
variopintas, interesantes para no pasar momentos aburridos, aunque no dejan una muy buena y larga impresión, es algo así como un condón, lo usas y ya; que quede claro, esto va
dedicado a aquellas novelas que no me interesa volver a leer. Bajando un
escalón más están aquellos que solo leería como último recurso, cuando ya no queda
nada mas, como un puesto de perro caliente a las 2 de la madrugada; claro, esto es
solo mi opinión personal, cada cabeza es un mundo y en cada mundo hay una civilización, con sus propias peculiaridades que la define. No puedo ordenarte
que leer o que escribir, la escritura es como el sexo, todo el mundo lo hace, pero no todos lo hacen bien, y la lectura como el voyeur, donde yo miro
erotismo, tú ves violación y pornografía barata. Volviendo a la loca idea que le dio inicio
a nuestro articulo amarillista en este tabloide decadente, hay escritores que
literalmente se cagan en el arte de escribir, y con su vagina infectada paren
un producto fofo, feo y carente vida vagamente literaria.
La tecnología y los libros, que pretenciosa se
ha vuelto la tecnología, que osada, intenta suplantar a los libros, no tengo nada
en contra de los así llamados “textos electrónicos” aunque jamás me limpiaría
el culo con una Kindle, tal vez si con el new york times; (Posdata.: mi culo
adora estar bien informado) los libros electrónicos, así como la inseminación
artificial, es una maravilla para el mundo, aun así son de mi preferencia los
libros en físico, así como la forma tradicional de hacer bebes. Textos
electrónicos, el nuevo mercado en línea, son más baratos, fáciles de llevar, puedes tener una biblioteca en 15 cm de LCD, más estos son carentes de toda
vida. Sin embargo los libros de tapa dura, aquellos con un aroma añejado como
licor de tonel de roble, nos recuerdan lo bello que es la lectura, sin tantos
fotones que nuestras mentes torturan. Me resulta irónico saber que hoy en día
ya está disponible en versión digital, el ingenuo Hidalgo Don Quijote de la Mancha, las obras del
visionario Verne, o el ingenioso deseo que transmite Lolita; siendo esta última,
la base del erotismo literario sin rayar en la pedofilia, y no todas esas
sátiras escritas para que se masturben esas amas de casas desesperadas…y niñas
colegialas promiscuas. Así muchas otras grandes obras, escritas a mano, puño
y letra luchando con tinta y papel contra el tiempo, corrompidas por códigos binarios.
El lector contemporáneo nacional puede llegar a pensar que el escribir es una MIERDA, nadie lo aprecia y no es algo rentable. Nuestras “apáticas” editoriales
lo demuestran, al afirmar que el venezolano común no es precisamente un buen
lector, si no está en las redes sociales ¿Por qué debo leerlo yo? eso sería
pedir demasiado de seres carentes de cultura general. Yo personalmente discrepo
de este pensamiento, en mi tierra muchos aun leemos, siquiera una novela corta
o un cuento que podría considerarse infantil; pero leemos, de diferentes maneras, algunos deambulan inmersos en
sus teléfonos celulares (señoritos que piden té en los bares), otros atesoramos
el contacto de nuestras manos con un libro. Cada quien tiene su modo, pero aun así
practican el buen habito de la lectura
compulsiva.
Siempre
es la misma historia, todos inmersos, casi que encadenados a la televisión,
formando parte de esta bien planeada demagogia, que ha vuelto como un hecho
atípico, alzar la voz y escribir algo en tono crítico. Es más que lamentable
encontrar personas, que al escuchar la palabra “novela”, automáticamente la
relacionen con televisión, son esas mismas personas que motivadas por su
ignorancia colectiva, suele decir que los libros son basados en películas. Cada
día se lee menos (algo que es lamentable), por consiguiente también se piensa
menos, en los salones de clase se educa menos y poco a poco se vive menos; porque
leer también en vivir historias que con el pasar del tiempo se logran sentir como propias… Quien
hoy escribe, estará mañana entrañablemente vinculado a quien ayer leyó, ese que le enseñó (no a sabiendas) la importancia del escritor como artista contemporáneo.
Breymer Maza - Reynaldo Zarraga