domingo, 24 de septiembre de 2017

Vivencias Compartidas


Mi condena, Imágenes que llegan a mi mente sobre lo inconsciente que en su momento fui contigo. Éramos los típicos amigos que siempre caminaban lado a lado, casi que tomados de la mano, siendo confidentes en un sinfín de consejos cada día más frecuentes. Mientras que un suspiro que se escapaba de tus labios interrumpía nuestras cálidas conversaciones, y en tantas como ocasiones mi mente fantaseaba con cálidos besos que apaciguaran esos pensamientos que solo tú inspirabas me recuentro con mi yo taciturno en este frió septiembre repleto de recuerdos tan alegres al igual que tristes.

 Quién lo diría, lo agridulce que esto seria, hoy tener que saludarte distinto a como antes lo hacía.  No acepto el rumbo único que desencadeno nuestra extraña despedida, ni mi desgana tras cada día de estar sin tu compañía amiga mía; el efímero polvo que soy y que moldeo lo que hasta el momento fui alza el vuelo con los vientos del desconsuelo anti-melodramático de un cascarrabias empedernido. Hoy esas canciones que tanto me  gustaban siguen sonando en mi reproductor mp3, pero ya no le encuentro sentido alguno a sumarle más nostalgia a este peculiar dolor que se hace más agudo cuanto más recuerdo que fui yo el que nos negó casi que irremediablemente el siquiera poder ser amigos, y aunque hablemos ocasionalmente de forma anacrónica es evidente que la amistad que hubo entre nosotros murió, justo cuando uno de los dos se enamoró sin ser correspondido por el otro.


De mi buena memoria un par de veces he alardeado, y aunque en mi corta vida mucho me ha ayudado, también me ha perjudicado… Recuerdo el dulce aroma de tu cabello maltratado por la plancha, esas gotas de sudor que se deslizaban suavemente por tu frente, pasaban por medio de tus senos para finalmente perderse en los contornos de tu vientre. Como olvidar todas las historias de amor, odio y traición que afablemente cada tarde me contabas, mientras que yo inmerso en mí propio mundo de rarezas ligeramente comprendidas por tu ser pude ver, aunque demasiado tarde y de forma estúpidamente objetiva que a mi confidente amiga ya no la veía simplemente como una amiga… Desde aquel entonces con cada vez menos frecuencia desvarío entre algo que según es música y una sonata compuesta de lúgubres tonos de un romanticismo de arcada que me hace odiar ciertas decisiones pasabas, ser o no ser un cuenta cuentos jugando a ser el escritor que eventualmente escribe de forma romántica-despectiva, contando historias que ojalá pudiera vivir junto a esa dama de naturaleza platónica para la que fui solo un libro más en su biblioteca de deseos incomprensibles que hoy yacen acumulando polvo en el desván metafórico de vivencias compartidas.

-       - Breymer Maza


sábado, 16 de septiembre de 2017

El Reflejo De Sus Lentes


Una oscura noche vagamente estrellada, un sentir tan propio como ajeno pidiendo a gritos más que comprensión apego, una bella señorita de ojos color café diciendo tantas cosas pero sin usar palabra alguna mientras se oculta a plena vista evitando que nuevamente la lastime algún desgraciado interesado netamente en su entrepierna.  

Quizás, solo quizás mis actos y palabras le han demostrado lo mucho que quererla quiero, y si argumento es porque puedo hacer de mis mensajes fieles promesas escritas a través de este medio electrónico; lo sé, lo sé, es cómico que este escritor como artista contemporáneo le de tanta importancia a los recuerdos que en un teléfono celular puedan llegar a estar. Quiero que sepa lo preciosa que se veía ese día; si, si, recuerdo hasta como estaba vestida, tal muestra de belleza subjetiva no pasa para todos desapercibida; sepa ¡oh señorita! que hay quien encuentra cautivador ese destello de chica inteligente ensimismada que usted me dejo ver, en esta decimoquinta primera impresión. Puede que suene algo monotemático y un tanto tedioso por decir lo que a continuación diré, pero fue ella quien hizo de esta cíclica descripción física mí monologo favorito: “Una bella señorita que podría considerarse de piel morena, cabello rizado hermosamente rebelde y unos lindos ojos color café, que ocultos tras unos lentes derriten con solo ver, a quien visto desde hace tiempo quería ser”.


-     ¡Hola! como estas, tiempo sin verte en clase de estática.

María tiene la culpa!! Aunque en aquel salón de clase un tanto lúgubre y con aires de mausoleo comenzara este todo, que en realidad nunca fue nada; el papel lo aguanta todo, (metafóricamente hablando) eso es verdad. Desconectado casi que en su totalidad del escenario universitario ocasionalmente entretenido que me rodeaba, y con la mirada fija en la parafernalia distractora que en mis piernas en ese momento se encontraba, escuche que alguien de ronca voz femenina me saludaba, subí la mirada y ahí estaba ella vistiendo una blusa de color azul marino, recuerdo lo bella que se veía particularmente ese día.

-     Bueno señorita Miriam, me encantó el hablar contigo y haberte conocido un poquito mejor.

Su tierna voz, la seriedad en su hablar, o quizás ese jovial tono que ella particularmente le da, casi siempre acompañado de una hermosa sonrisa que ilumina su rostro… Esa estudiante de ingeniería me tiene verdaderamente fascinado. Entre risas y una que otra divagancia cacofónica hablar de ella con ella me resulto muy placentero, rara vez en un primer encuentro verbal esto me había pasado; tal fue el peculiar “lapsus brutus” por el que pase, producto de tener cara a cara a quien desde hace un par de semana no sacaba de mi mente que me quedé momentáneamente sin palabras, y una arritmia cardíaca en mí se sobrevino, fueron algo así como segundos que podría considerar caóticamente divinos... Quisiera poder ver lo estúpido que me veía (¡claro que lo hacía!), desde los lindos ojos color café de quien estaba conversando conmigo ese día.

-         -          Suponiendo que lo antes hecho no haya resultado increíblemente mal, quiero que sepas lo mucho que me gustabas, tanto así que me invadió un extraño miedo y por esa razón nunca te dije nada.

Espero que por favor perdone a mis predecesores que la pretendieron y no supieron conquistar su tierno corazoncito, el motor de esos gestos suyos tan bonitos, los cuales me encantaban, y en ocasiones se lo mencionaba… No sé porque nunca le dije que sus labios pintados de rojo carmesí me volvían verdaderamente loco, y es ahora cuando noto lo evidente de este amor platónico edificado paulatinamente en el reflejo de sus lentes.

- Breymer Maza


Reflexiones De Hombre Ebrio ( Parte 1 )

Todo me da vueltas, siento un golpeteo leve en mi cabeza que me marea, el suelo se siente como arenas movedizas, aunque estoy sentado tengo la certeza de que si me levanto me iré de lado o probablemente me caiga, me encuentro en un bar, en principio el lugar me parecía algo acobijador, refugio de almas desahuciadas en búsqueda del calor de un trago que apacigüe sus amarguras, mujeres solitarias a la espera de un caballero que las saque de la soledad, o tal vez de un vulgar y libidinoso bandido que las rapte con la promesa de sexo salvaje toda la noche seguido de una triste mañana en la que el hombre… ha desparecido, lugar de reunión de colegas, hombres de trabajo, charlas animosas, escondite del asesino solitario (leyendas urbanas o solo clichés de Hollywood), o de gente como yo, perdedores que abandonan todo por una mujer, una mujer de piel cristalina y dorada, que me besa continuamente y cuyos besos se deslizan por mi garganta, besos amargos pero adictivos, me seduce con promesas de noches relajantes, con mañanas llenas de dudas y dolores de cabeza, con tardes solitarias y el mismo ciclo se repite día tras día encadenado a ella, ella no me llamó, yo me entregue a ella, al principio fue como un noviazgo, nos veíamos ocasionalmente, después fueron encuentros más seguidos, cada vez necesite más de ella, del amor a la necesidad, y de la necesidad a la esclavitud, no me deja y sin embargo no me dice que no la abandone, simplemente está allí  esperando a que la tome entre mis manos y la vacié, que abuse de ella; suena salvaje cada vez que llevo su boca a la mía y la hago girar entre mis manos, no tengo poder para dejarla ir, veo el reloj, ya son las 11 el bar está casi vacío, unas pocas personas sentadas en las mesas, yo estoy solo con ella, mi ramera, mi karma… mi botella de ron.

La conocí hacía ya mucho tiempo, lunas lejanas llenas de recuerdo vividos y grabados a fuego en mi mente, como un tatuaje en la piel, era hombre de familia, amado padre, amado esposo, amado hijo, mi círculo familiar completo, el sueño americano hecho realidad, un hogar integro, un empleo que sustentaba todas mis necesidades y caprichos, amistades que terminaban de completar mi círculo, es difícil de creer pero era la perfección en carne viva. Pero nada dura eternamente, la fatalidad llamo a la puerta atacando a mi padre, ataque cardíaco, angina de pecho lo llamo el doctor, mama estaba destrozada, mis hijos confundidos, mi esposa… no lo podía creer, en mi trabajo me dieron licencia por duelo, no es de extrañar, 10 años en el departamento de supervision de estructura civiles no caen en balde, las condolencias de parte de los llegados y vecino  fueron bien recibidas pero había algo que no encajaba, no terminaba de asimilar, mi padre acababa de morir, es decir, se fue ya no está, no va a volver, no estará en navidad, ni día de pascua, no iremos en familia a la playa en vacaciones ni le traerá  más dulces a los niños en noche de brujas, aunque nuestra relación no fue la más afectuosa era mi padre y no pude evitar sentir ese vacío, esa ausencia paterna, como si en el rompecabezas de mi vida acabaran de robarle una pieza , una esquina, no digamos que una pieza ya tan imprescindible pero si una que descuadra mi rompecabezas… mi vaso está vacío, lo lleno de ron, doy un largo sorbo, y me vuelvo a evocar a mis lejanos pensamientos; ¿en dónde estaba? Ah si ya recuerdo,  nunca fui de mucho beber, en las fiestas solía tomar uno que otro trago,  preferiblemente de vino,  pero jamás beber en extremo o por lo menos de llegar a la embriaguez, la muerte de mi padre me llevo por una calle solitaria hasta la puerta de un bar, aun no sabía qué hacía en ese lugar, era como estar en modo de avión, no me llegaba ninguna señal lógica en el cerebro, me senté en la barra, no sabía por dónde comenzar o que pedir , recuerdo al cantinero que se acercó y me pregunto.

-¿Qué tienes?
-Nada.
-¿Qué quieres tener?
-En este momento un trago.
-Servido señor.

Pasaban las horas y el vaso pasaba de estar lleno a vacío, se volvía a llenar y se volvía a vaciar en un largo ciclo etílico, pase de estar mareado a perder la noción de mis movimientos, como si mis músculos fueran fideos, me caí al tratar de pararme un par de veces, luego… en blanco , desperté en casa con una resaca atroz, mi cabeza se sentía tres veces más pequeña de lo normal, la nauseas eran insoportables, creo que me vomite, vi rastros de vomito en mi camisa, primera vez que veo una mirada diferente en el rostro de mis hijos, extraña, como si vieran a una persona diferente, y como no reprochárselos,  no recuerdo ni como llegue a casa sabrá Dios que cosas hice o dije, resultado de mi primera noche con esa demonio.

- Reynaldo Zarraga 


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