Todo me da vueltas, siento un
golpeteo leve en mi cabeza que me marea, el suelo se siente como arenas
movedizas, aunque estoy sentado tengo la certeza de que si me levanto me iré de
lado o probablemente me caiga, me encuentro en un bar, en principio el lugar me
parecía algo acobijador, refugio de almas desahuciadas en búsqueda del calor de
un trago que apacigüe sus amarguras, mujeres solitarias a la espera de un
caballero que las saque de la soledad, o tal vez de un vulgar y libidinoso
bandido que las rapte con la promesa de sexo salvaje toda la noche seguido de
una triste mañana en la que el hombre… ha desparecido, lugar de reunión de
colegas, hombres de trabajo, charlas animosas, escondite del asesino solitario
(leyendas urbanas o solo clichés de Hollywood), o de gente como yo, perdedores
que abandonan todo por una mujer, una mujer de piel cristalina y dorada, que me
besa continuamente y cuyos besos se deslizan por mi garganta, besos amargos
pero adictivos, me seduce con promesas de noches relajantes, con mañanas llenas
de dudas y dolores de cabeza, con tardes solitarias y el mismo ciclo se repite
día tras día encadenado a ella, ella no me llamó, yo me entregue a ella, al
principio fue como un noviazgo, nos veíamos ocasionalmente, después fueron
encuentros más seguidos, cada vez necesite más de ella, del amor a la
necesidad, y de la necesidad a la esclavitud, no me deja y sin embargo no me
dice que no la abandone, simplemente está allí esperando a que la tome entre mis manos y la
vacié, que abuse de ella; suena salvaje cada vez que llevo su boca a la mía y
la hago girar entre mis manos, no tengo poder para dejarla ir, veo el reloj, ya
son las 11 el bar está casi vacío, unas pocas personas sentadas en las mesas,
yo estoy solo con ella, mi ramera, mi karma… mi botella de ron.
La conocí hacía ya mucho tiempo,
lunas lejanas llenas de recuerdo vividos y grabados a fuego en mi mente, como
un tatuaje en la piel, era hombre de familia, amado padre, amado esposo, amado
hijo, mi círculo familiar completo, el sueño americano hecho realidad, un hogar
integro, un empleo que sustentaba todas mis necesidades y caprichos, amistades
que terminaban de completar mi círculo, es difícil de creer pero era la
perfección en carne viva. Pero nada dura eternamente, la fatalidad llamo a la
puerta atacando a mi padre, ataque cardíaco, angina de pecho lo llamo el
doctor, mama estaba destrozada, mis hijos confundidos, mi esposa… no lo podía
creer, en mi trabajo me dieron licencia por duelo, no es de extrañar, 10 años
en el departamento de supervision de estructura civiles no caen en balde, las
condolencias de parte de los llegados y vecino
fueron bien recibidas pero había algo que no encajaba, no terminaba de
asimilar, mi padre acababa de morir, es decir, se fue ya no está, no va a
volver, no estará en navidad, ni día de pascua, no iremos en familia a la playa en vacaciones ni le traerá más dulces a
los niños en noche de brujas, aunque nuestra relación no fue la más afectuosa
era mi padre y no pude evitar sentir ese vacío, esa ausencia paterna, como si en
el rompecabezas de mi vida acabaran de robarle una pieza , una esquina, no
digamos que una pieza ya tan imprescindible pero si una que descuadra mi
rompecabezas… mi vaso está vacío, lo lleno de ron, doy un largo sorbo, y me
vuelvo a evocar a mis lejanos pensamientos; ¿en dónde estaba? Ah si ya
recuerdo, nunca fui de mucho beber, en
las fiestas solía tomar uno que otro trago,
preferiblemente de vino, pero
jamás beber en extremo o por lo menos de llegar a la embriaguez, la muerte de
mi padre me llevo por una calle solitaria hasta la puerta de un bar, aun no
sabía qué hacía en ese lugar, era como estar en modo de avión, no me llegaba
ninguna señal lógica en el cerebro, me senté en la barra, no sabía por dónde
comenzar o que pedir , recuerdo al cantinero que se acercó y me pregunto.
-¿Qué tienes?
-Nada.
-¿Qué quieres tener?
-En este momento un trago.
-Servido señor.
Pasaban las horas y el vaso
pasaba de estar lleno a vacío, se volvía a llenar y se volvía a vaciar en un
largo ciclo etílico, pase de estar mareado a perder la noción de mis movimientos,
como si mis músculos fueran fideos, me caí al tratar de pararme un par de
veces, luego… en blanco , desperté en casa con una resaca atroz, mi cabeza se
sentía tres veces más pequeña de lo normal, la nauseas eran insoportables, creo
que me vomite, vi rastros de vomito en mi camisa, primera vez que veo una
mirada diferente en el rostro de mis hijos, extraña, como si vieran a una
persona diferente, y como no reprochárselos,
no recuerdo ni como llegue a casa sabrá Dios que cosas hice o dije, resultado
de mi primera noche con esa demonio.
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