El cansancio y la tristeza
no son sentimientos tan diferentes como en ocasiones pensamos, ¿sabes? Resulta
tan fácil confundir un estado de ánimo con otro basados en pequeñas similitudes
que ignoramos, aunque de cierta forma también estamos tomando en cuenta… Es
extraño lo poco que conocemos nuestros propios sentimientos. ¿Sabes que ayer me
sentí totalmente renovada? Aunque anteayer me hallaba llorando como una
asustada niña frente a un profesor; no era para nada mi intensión hacerlo, pero
mi frustración ante aquella situación se vio reflejada en un caudal de lágrimas
recorriendo mi rostro. Ahí estaba yo, después del cada vez más lúgubre
atardecer, sola como es habitual, preparándome… no, no, por una vez no era
algo de comer, y de repente, experimente un extraño sentimiento en mi interior.
Al principio pensé que solo
se trataba de hambre, tras no desayunar y estar casi 3 horas haciendo una cola
para poder comprar 2 míseros panes, otra cosa no se habría esperado, pero
entonces tuve una idea tan verdaderamente incoherente… Se me ocurrió cruzar la
calle para visitar a Daniela González ¿la recuerdas? Y comprendí que lo que me
sucedía era que me sentía un poco sola. Minutos antes acababa de inspeccionar
minuciosamente uno que otro libro y no me apetecía en ese momento leer ninguno
de ellos. Sería bastante agradable tener compañía, me dije, alguien con quien
compartir un rato como había hecho con Daniela. Eventualmente nos enfrascábamos
en conversaciones no tan agradables, no era exactamente una persona muy
letrada, más si hablaba de temas que a mí me interesaban.
A veces es hermoso cruzar un par de miradas con alguien y notar comprensión, aunque solo sea durante efímeros instantes de tiempo, pero esto inevitablemente puede alterar hábitos muy estimados. Al menos, sé que tú y yo nos comprendemos y que siempre nos comprenderemos de cierta forma, con o sin palabras vagamente rebuscadas, como solo pueden hacerlo quienes comparten un vínculo, amistad, hermandad o ese extraño e incomprensible padecimiento llamado amor; me refiero al amor entre parejas, claro está. Entonces, ayer por la mañana, mientras que pensando tirada en mi cama estaba, descubrí que el mejor antídoto para esos sentimientos de lasitud tan típicos en mí, es la actividad, ya que no tuve ni siquiera un instante para pensar en ellos desde que me desperté hoy, fue así como termine por olvidarme casi del todo inmersa en esos pesados y malolientes libros de ingeniería; sabes que al igual que tu siento cierto desagrado proverbial, que raya en el desprecio moderado por los libros en digital.
Sabes algo, no había leído
nunca El Caballero De La Armadura
Oxidada, y es tan edificante… A veces se pasa un poco de edificante, pero
bueno sabemos que es un libro para neófitos de la lectura, de modo que es
natural que entre sus páginas se oculten muchas moralejas destinadas
esencialmente a niños y adolescente. Odio los libros, revistas, folletos y
cualquier material audiovisual donde aparezcan animales parlantes. ¡Gracias por
recomendarme enfáticamente un libro donde hay animales que hablan!
No te olvides de las flores rojas tan bellas que me prometiste, ha pasado un largo tiempo desde el último regalo que a sabiendas me distes.
No te olvides de las flores rojas tan bellas que me prometiste, ha pasado un largo tiempo desde el último regalo que a sabiendas me distes.