jueves, 18 de agosto de 2016

En El Salón De Clases (Segunda Parte)


Sentado como si nada en aquella banca de concreto un tanto deforme que yace en el pasillo central de la universidad, tendencialmente ensimismado como es la costumbre de quien eventualmente escribe relatos que quizás nunca llegaran a ser historias vagamente contadas... Que quede en evidencia que discrepo de las mal llamadas casualidades o sucesos que se pinten satíricamente como tal; más si me inclino por la causa y efecto que hacen posibles que lo pueda llegar a pasar suceda en determinado momento, y pese a que desconozco la causa que llevo a su anatomía hacia donde sentado estaba yo, aún recuerdo cíclicamente el efecto que tuvo en mí aquel fortuito evento de ese día al mediodía.

Desconectado casi que por completo del escenario universitario ocasionalmente entretenido que me rodeaba, y con la mirada fija en la parafernalia distractora que en mis piernas en ese momento se encontraba, escuche que alguien de ronca voz femenina me saludaba. Una momentánea arritmia cardiaca en mí se sobrevino, fueron algo así como segundos que podría considerar caóticamente divinos. Pronuncie su lindo nombre, no sin antes saludarla con un eufórico (casi que gritos) ¡Hola! seguido de una no tan inocente pregunta, aunque sin ser pregunta; me extrañaba el atípico hecho de ya no verla en aquel educativo escenario donde tarde a tarde sentada en primera fila esa señorita tan inteligente de lentes, con piel morena, cabello ondulado y labios pintados de rojo carmesí se encontraba.


Más que maravillado por su tierna voz, la seriedad en su hablar, o quizás ese jovial tono que ella particularmente le da, casi siempre acompañado de una hermosa sonrisa iluminando su rostro que tácitamente malogra mi hablar; debo confesarlo, tener cara a cara a quien desde hace un par de semana de mi mente no sacaba, dejo momentáneamente sin palabras a quien de su improvisación y oratoria casi que alardeaba. Una conversación sorprendentemente amena (con una que otra mala palabra, pero no hay problema) fue lo que en ese mediodía se llevó acabo; rara vez en un primer encuentro verbal esto me había pasado, y no creo que se trate de “química” o alguna de esas babosadas de pubertos en pos de un romanticismo de arcada, lo que en aquella fría banca de concreto se dio lugar. Entre risas y una que otra divagancia cacofónica hablar de ella, con ella no me causo problema alguno, mas bien fue algo demasiado oportuno; interrupciones no se hicieron esperar, solo basta que esté en muy buena compañía, para que “todos” quieran saludarme y preguntar como estuvo mi día… Quisiera poder ver lo estúpido que me veía (suponiendo que lo hacía), desde los lindos ojos color café de quien estaba conversando conmigo ese día.

Breymer Maza


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