lunes, 11 de abril de 2016

El Escritor Como Artista Contemporáneo

“El hecho de escribir no implica hacerlo bien”, cada quién desata sus maniatadas ideas como le plazca, el músico hace vibrar el aire con su tonada y el escultor desata violencia contra el mármol, dando paso a la belleza subjetiva; con el escritor pasa algo muy similar, revolotea en su mente un torbellino de ideas, o al menos eso dicen aquellos con el nivel de autocrítica un poco tocando el piso, lo confirman unos pseudo-escritores que…eventualmente escriben. No hay porque  ser muy duros con todos, hay quienes desarrollan toda una trama novelesca fácilmente catalogada de “Opus Magnus”, y no porque aquí se encuentre el mal llamado escritor de la no-nata “Enamorado De Una Mentira” voy a dejar de ser crítico compulsivo; son verdaderas obras de arte, escritura limpia, trama impecable, personajes atractivos, descripción detallista, mis felicitaciones al cocinero; otros tantos crean cosas variopintas, interesantes para no pasar momentos aburridos, aunque no dejan una muy buena y larga impresión, es algo así como un condón, lo usas y ya; que quede claro, esto va dedicado a aquellas novelas que no me interesa volver a leer. Bajando un escalón más están aquellos que solo leería como último recurso, cuando ya no queda nada mas, como un puesto de perro caliente a las 2 de la madrugada; claro, esto es solo mi opinión personal, cada cabeza es un mundo y en cada mundo hay una civilización, con sus propias peculiaridades que la define. No puedo ordenarte que leer o que escribir, la escritura es como el sexo, todo el mundo lo hace, pero no todos lo hacen bien, y la lectura como el voyeur, donde yo miro erotismo, tú ves violación y pornografía barata. Volviendo a la loca idea que le dio inicio a nuestro articulo amarillista en este tabloide decadente, hay escritores que literalmente se cagan en el arte de escribir, y con su vagina infectada paren un producto fofo, feo y carente vida vagamente literaria.




La tecnología y los libros, que pretenciosa se ha vuelto la tecnología, que osada, intenta suplantar a los libros, no tengo nada en contra de los así llamados “textos electrónicos” aunque jamás me limpiaría el culo con una Kindle, tal vez si con el new york times; (Posdata.: mi culo adora estar bien informado) los libros electrónicos, así como la inseminación artificial, es una maravilla para el mundo, aun así son de mi preferencia los libros en físico, así como la forma tradicional de hacer bebes. Textos electrónicos, el nuevo mercado en línea, son más baratos, fáciles de llevar, puedes tener una biblioteca en 15 cm de LCD, más estos son carentes de toda vida. Sin embargo los libros de tapa dura, aquellos con un aroma añejado como licor de tonel de roble, nos recuerdan lo bello que es la lectura, sin tantos fotones que nuestras mentes torturan. Me resulta irónico saber que hoy en día ya está disponible en versión digital, el ingenuo Hidalgo Don Quijote de la Mancha, las obras del visionario Verne, o el ingenioso deseo que transmite Lolita; siendo esta última, la base del erotismo literario sin rayar en la pedofilia, y no todas esas sátiras escritas para que se masturben esas amas de casas desesperadas…y niñas colegialas promiscuas. Así muchas otras grandes obras, escritas a mano, puño y letra luchando con tinta y papel contra el tiempo, corrompidas por códigos binarios. El lector contemporáneo nacional puede llegar a pensar que el escribir es una MIERDA, nadie lo aprecia y no es algo rentable. Nuestras “apáticas” editoriales lo demuestran, al afirmar que el venezolano común no es precisamente un buen lector, si no está en las redes sociales ¿Por qué debo leerlo yo? eso sería pedir demasiado de seres carentes de cultura general. Yo personalmente discrepo de este pensamiento, en mi tierra muchos aun leemos, siquiera una novela corta o un cuento que podría considerarse infantil; pero leemos, de diferentes maneras, algunos deambulan inmersos en sus teléfonos celulares (señoritos que piden té en los bares), otros atesoramos el contacto de nuestras manos con un libro. Cada quien tiene su modo, pero aun así  practican el buen habito de la lectura compulsiva.


Siempre es la misma historia, todos inmersos, casi que encadenados a la televisión, formando parte de esta bien planeada demagogia, que ha vuelto como un hecho atípico, alzar la voz y escribir algo en tono crítico. Es más que lamentable encontrar personas, que al escuchar la palabra “novela”, automáticamente la relacionen con televisión, son esas mismas personas que motivadas por su ignorancia colectiva, suele decir que los libros son basados en películas. Cada día se lee menos (algo que es lamentable), por consiguiente también se piensa menos, en los salones de clase se educa menos y poco a poco se vive menos; porque leer también en vivir historias que con el pasar del tiempo se logran sentir como propias… Quien hoy escribe, estará mañana entrañablemente vinculado a quien ayer leyó, ese que le enseñó (no a sabiendas) la importancia del escritor como artista contemporáneo.



           Breymer Maza - Reynaldo Zarraga



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