martes, 17 de enero de 2017

La Primera ... y La Ultima ( Parte 2 )


Querer cambiar no cambia lo que paso, pedir perdón no cura la herida que en su momento se causó. No cabe duda de que lo mejor sea distanciarme lo más que pueda, quizás incluso evitarla aunque realmente no deba, y pese a que acabar con toda esta pantomima sería lo más conveniente, suelo desvariar un poco, ya que su participación en esta obra es importante y eso no lo puedo cambiar. 

Una bella mustia, tan llena de encantos como de preocupaciones y angustias, taciturna la mayor parte del tiempo como con ganas de realmente hablar de lo que se guarda en silencio. Triste notas las que escuche, fue así como comprobé la fragilidad de aquel ser, que aunque se ocultaba a plena vista, nunca logro engañarme con su linda sonrisa. Sus ojos, el portal hacia un alma solitaria, agobiada por esa mierda diaria que te hace odiar un poco más a las personas; malhumorada la mayor parte del tiempo ella está, eso y la indumentaria de funeraria aportan el esencial tono gris a nuestro peculiar cuadro de rarezas, complejos y manías, lo que hacen de este vulgar tópico ser la mitad de un horrendo y hormonal cliché que creí descontinuado hace varios años.

Benditos estereotipos que lapidan a las expectativas que se puedan llegar a tener sobre alguien; de mi profunda decepción ella es culpable. Fue un error y debe estar entre mis errores el haberme enternecido, y así perdido parte de lo que represento, aun así de lo antes hecho o dicho no me arrepiento, más si de lo que dejé de hacer por ser quien debo ser a solicitud del momento. Todo un caballero de antaño modernizado, que resultó más que un Quijote ser Sancho según quien desde otra perspectiva narra esta historia que la considero de pubertos, donde tantos como terceros tienen diversas versiones instigando al morbo colectivo, algo que realmente lamento.  


Yo y mi irremediable tendencia de ir en contra de lo estrictamente convencional buscando excusas que justifiquen el sentirme irracionalmente atraído por los traumas de esas mal llamadas musas… Me he vuelto aquel que cada tanto al escuchar el sutil sonido de una guitarra acústica recordará ( con nostalgia, porque no? ) como en menos de una semana llegó a la cúspide de lo más bajo, producto de una la bella señorita que solo paranoia y desdicha a este pseudo-escrito le trajo.

 Breymer Maza 

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