Yaciente en el mismo lugar al
medio día de cada jueves y viernes, ahí estaba quien años después representaría
el inicio de un mal sano, aunque nostálgico ciclo que hoy necesariamente debo
culminar, a sabiendas de que incompleto he de acabar tras el principio de este
tan esperando final.
Bendita inercia emocional que nos
empuja irremediablemente a ningún lugar. La permanencia de terceros dentro de
nuestras vidas siendo vista de manera proporcional a cualquier estupidez antes
dicha, la cual fue desastrosamente malinterpretada; y no es que explicarme se
me haga difícil, es que este tema en particular no es nada sencillo de hablar… creo
que disculparme a esta altura de la historia estaría de más.
Tal vez fueron esos hermosos ojos
color cafés los que ocultos tras unos lentes nublaron por completo mí ya nublado
raciocinio, pero créeme que desde aquellos días en los que me empeñe en
desmoronar el buen concepto que de mi tenías no he vuelto hacer el mismo. Aquel
chico aislado del resto, un tanto inmerso en su propio mundo de música en auriculares
a todo volumen, el que resulto ser para ella toda una decepción, el tópico de los
tópicos en busca de innecesaria aceptación. Las botellas de alcohol tampoco
ayudaron, era algo así como intentar nadar estando de un ancla atado, desconociendo
que más temprano que tarde me cansaría y así terminaría ahogado en tantos como
recuerdos que en su momento me embriagaron.
Que necedad la de uno en apegarse
al ayer, intentando volver a aquellos días en los que el paisaje no se pintaba tan
abigarrado, en los que la mal llamada aura gris no era vista como un sinónimo
de depresión y soledad, todo lo contrario era como una invitación a conocer que
hay más allá de lo que a simple vista se podía evidenciar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario