Es indescriptible esa sensación de culpa que se sobreviene cuando al intentarlo fracasas. El estudiar 3 o 4 horas diarias, durante semanas, con la única finalidad de aprobar un dichoso examen, para que llegado el momento del examen, te pongas nervioso sin ningún motivo y se te olvide todo lo antes aprendido. Es cuesta arriba reponerse cuando das por perdido todo tu esfuerzo; sin ganas de nada, el intentar buscar respuestas en el fondo de una botella, casi siempre es la primera idea insana que pasa por mi mente en aquellas situaciones, que por lo general se superan en función de un corto periodo de tiempo; a modo jocoso en el ambiente universitario, esto es algo totalmente relativo, ya que la materia no se crea ni destruye, simplemente se vuelve a cursar el próximo semestre. Haciendo uso de innecesarios eufemismos, podría intentar justificar, el motivo por el cual hoy estoy reprobando una materia; me encanta la física, pero el profesor que la explicaba en bachillareto, era una mierda en todo el sentido de la palabra.
Tiempo,
es algo que no todos tenemos, en su mayoría no porque ocupados estemos, sino
que lo invertimos en lo que no debemos. “Si estudias ingeniería, no deberías
malgastar tu tiempo en escribir, si tanto te gusta hacerlo, vete a estudiar cualquier
otra cosa, por ejemplo filosofía” varias personas me han dicho esto, basados en
que, aun no lo sé, quizás porque su frustración los llevó a dejar de hacer lo
que querían solo por estudiar ingeniería. La pasión y la vocación no siempre
son tan entrañables como algunos desertores tras abandonar la luchan describen,
a veces abandonar paulatinamente lo que con pasión se hacía, no implica más que
dejar de hacer lo que te hacia feliz;
es algo así como dejar de soñar, porque ahora eres adulto y los adultos no
deben soñar tal cual lo hace un niño. Poco a poco vas perdiendo una parte de
ti, aunque totalmente innecesario para mí, según dicen debe ser así;
estudiantes de mentes cuadras, no ven más allá de su libro texto, ese
matemáticamente correcto, son los que alimentan, quizás no a sabiendas, aquel
estereotipo de que los ingenieros son asociales, borrachos, y un tanto
pervertidos; que quede claro, el estudiante de ingeniera, no debería ser menos
que esto, incomprendidos, raros y no tan pervertidamente modestos.
Quiero
aprovechar esta oportunidad que me brindo yo mismo, para saludar indirectamente
a uno de los tantos profesores malpagados, tristes divorciados, cuya función radica
más en autoproclamarse eruditos (aun sin serlo) que impartir conocimiento; no todos son así, afortunadamente existen educadores que no imparten sus cátedras
por obligación, sino por filosofía, alegando que las mentes brillantes del hoy,
enseñan a las mentes brillantes
del mañana.
Breymer Maza
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