El hecho de estar vivos nos lleva a cometer muchos errores,
errores que de una u otra forma nos llevan al fracaso, un fracaso tan literal como
la definición que nos otorgue nuestra conciencia. Una forma de ejemplificarlo,
es utilizar el amor para describirlo, ya que no hay nada que nos resulte más
impreciso y confuso que el simple pero magnifico hecho de estar completamente
enamorados, bien sea del amanecer de un nuevo día o de aquella chica que me
gustaba, la misma chica que día a día sin saberlo me enamoraba, la cual nunca
me correspondió como yo en aquel momento lo deseaba y quizás a la cual jamás
volveré a ver. La descripción por definición de todo esto, de lo cual hoy hago
referencia, está en la forma en la cual yo la miraba, en cómo me intrigaba su
forma de ser tan callada, pero que a la vez, gritaba un mensaje fuerte y claro,
el cual al parecer nunca comprendí, quizás porque no quise ver más allá, de lo
que estaba o no a simple vista. Como olvidar el dulce aroma de su cabello castaño
claro en contacto con mis manos, mientras que yo sin malicia alguna lo
acariciaba; el suave tono de su voz al pronunciar mi nombre me encantaba, a tal
grado de mantenerme desconcentrado todo el día. En realidad no sé qué paso, ni
en qué momento sucedió, quizás no era el lugar correcto, quizás dije algo malo
o quizás simplemente no dije nada que le demostrara a ella , lo mucho que me
interesaba.
Quizás… en un quizás se nos vaya la vida, si cuestionamos
hechos que pasaron y de los cuales al parecer no aprendimos nada.
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